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domingo, 14 de junio de 2015

UN CORAZON ALINEADO CON DIOS


                                           ¿ESTAS ATURDIDO POR TU MENSAMIENTOS?

“Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto. Les estaba encubierto para que no lo comprendieran, y no se atrevían a preguntárselo.” Lucas 9:44-45 (NVI)

Entender
Parece una conversación de sordos. Uno hablaba de una cosa y el otro le respondía de otra. No se podían entender. Jesucristo les estaba abriendo a sus discípulos su corazón dolido. Solo Él sabía lo terrible y solitario que serían los momentos de la cruz. Cristo no estaba improvisando. Sabía desde antes de la eternidad que la cruz sería más terrible de lo que se pudiera alguien imaginar. Y el Dios hombre se sentía angustiado.

En esa tristeza, les habló claramente de su dolor y les dijo lo que iba a pasar. ¿Por qué es que los discípulos no comprendieron lo que les decía? Es porque estaban demasiado ocupados discutiendo quién de ellos sería el mayor en el Reino de Dios. Su ego y sus ansias de poder, los impulsaban a una competencia para alcanzar el lugar más prominente.

Si el Reino de Dios fuera una empresa multinacional, hasta se podría entender. Lucha de poder para alcanzar el puesto. Intrigas y rumores para desestabilizar al otro. Envidias, peleas, problemas y discusiones. Pero esta situación se estaba generando en el círculo más íntimo de Jesucristo. Esta lucha de intereses se estaba gestando bajo la mirada misma de Dios, quien estaba a punto de subirse a la cruz.
¡Qué enorme contradicción de pensamientos! Cristo despojándose de su gloria de Dios para hacerse pecado y cargar con toda la inmundicia de mis pecados y los tuyos; mostrando la más suprema humildad siendo Dios, el soberano y eterno. Y los discípulos discutiendo a ver quién podía sacar una mejor ventaja de la situación, para acomodarse en el Reino de Dios. Hombres simples, mortales, pescadores o trabajadores, que tres años antes apenas si los conocía su familia y un pequeño grupo de amigos del barrio.

Es que el orgullo, se te sube rápido a la cabeza y te desenfoca. Te hace olvidar de donde saliste, y te hace creer que sos muy importante. Te miente sobre quien sos y cuanto vales. Sin darte cuenta, que a los ojos de Dios, tu valor no depende de tu posición, de tu inteligencia, de tu dinero, de tus títulos universitarios, de tu puesto en la empresa, de tus amigos, sino solamente de tu corazón.

Un corazón alineado con Dios, tiene la sensibilidad para escuchar su mensaje. No te dejes aturdir por tus pensamientos. Es necesario escuchar a Dios.

REFLEXIÓN – Escuchá bien.

Un gran abrazo y bendiciones


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